Part of the Un estudio de género: la vida real de mujeres y hombres en la Biblia series

¿Eran serviles las mujeres del Israel antiguo? La Biblia y la arqueología

Traducido por Esgrid Sikahall

Por muchos años enseñé un curso de pregrado sobre mujeres israelitas en el mundo bíblico. En la primera clase, antes de que los estudiantes hubieran leído alguna lectura asignada, les pedía que describieran su imagen de las mujeres en el mundo de la Biblia hebrea (el mundo del Israel Antiguo). Estos son algunos ejemplos típicos de lo que escribían:

  • Las mujeres estaban calladas y veladas.
  • Creo que las mujeres eran oprimidas. 
  • Las mujeres eran enormemente inferiores a los hombres en tiempos bíblicos.
  • Servil es lo que viene a mi mente.

Estos estudiantes brillantes meramente repitieron nociones populares. La página web de una organización que promueve tolerancia religiosa dice esto de las mujeres israelitas: «El comportamiento de la mujer era extremadamente limitado . . . similar a como las mujeres están restringidas en Arabia Saudita en el mundo de hoy.»1http://www.religioustolerance.org/ofe_bibl.htm

Muchos académicos y estudiosos igualmente han considerado que la mujer era severamente restringida en los tiempos bíblicos. La influyente teóloga feminista Rosemary Ruether se refirió a la «esclavitud de las personas dentro de la familia hebrea en sí: esto es, mujeres y niños.»2Rosemary R. Ruether, “Feminist Interpretation: A Method of Correlation,” in Feminist Interpretations of the Bible (ed. Letty M. Russell; Philadelphia: Westminster, 1985), 119. Afortunadamente, hoy la mayoría rechaza tal extrema postura. Sin embargo, descripciones de la familia israelita continúan viendo a la mujer como un miembro de segunda clase en la sociedad.

La mujer como «problema» de la Biblia Hebrea

Tal vez estas perspectivas negativas eran de esperarse, dado que, hasta relativamente tiempos recientes, la fuente de información más influyente sobre la mujer en el Israel Antiguo era la Biblia hebrea.3Para saber más sobre la Biblia hebrea como fuente de información sobre las mujeres, véase mi libro Rediscovering Eve: Ancient Israelite Women in Context (New York: Oxford University Press, 2013), 18–27. Sin embargo, la Biblia hebrea es difícilmente un recuento balanceado en relación a este tema. Por un lado, las mujeres no aparecen mucho. Menos del diez por ciento de los individuos nombrados en la Biblia hebrea son mujeres, y aquellos que aparecen tienden a ser mujeres excepcionales—mujeres de la realeza, matriarcas, y algunas profetas—y no representantes de la vasta mayoría de mujeres ordinarias.

Por el otro lado está el problema del material legal en el Pentateuco, donde se encuentran la mayoría de las estipulaciones que parecen favorecer a los hombres. Efectivamente, ejemplos del supuesto servilismo de las mujeres casi siempre involucran estatutos del Pentateuco. Estas «leyes» no pueden ser entendidas de la misma manera como entendemos la jurisprudencia hoy. Estas leyes no son códigos legales en el sentido legal moderno. Ellas no funcionaban como regulaciones que aplicaban a toda la sociedad, sino que probablemente expresaban los puntos de vista y las prácticas de una pequeña élite urbana y letrada.4Véase Raymond Westbrook and Bruce Wells, Everyday Law in Biblical Israel: An Introduction (Louisville, KY: Westminster John Knox, 2009), 5. A la larga, estos reglamentos se volvieron canónicos y autoritativos en el período post-bíblico, aunque no tuvieron esa función en el período del Israel Antiguo (la Edad del Hierro, alrededor de 1200-587 a.e.c.). Debemos considerar, por lo tanto, la información de la Edad del Hierro.

Fuentes de la edad del hierro: arqueología

Las tierras bíblicas han sido el foco de atención de exploraciones arqueológicas y excavaciones por siglos. Es comprensible que el enfoque de la arqueología ha estado en ciudades mencionadas en la Biblia, aunque la gran mayoría de los israelitas—alrededor del noventa por ciento—eran granjeros rurales y no citadinos. Inclusive los citadinos eran en realidad granjeros cuyas tierras estaban afuera de los muros de la ciudad.5Muchas así llamadas «ciudades» mencionadas en la Biblia hebrea eran en realidad pueblos agricultores fortificados y no verdaderos centros urbanos.

Afortunadamente, muchos arqueólogos se fijan ahora en la configuración del lugar en donde se localizaban las familias granjeras del Israel Antiguo. Hacen esto a través de escavaciones cuidadosas de las moradas, sus instalaciones, herramientas, vasijas y otros objetos de uso diario. En otras palabras, ellos pueden reconstruir la vida diaria del israelita ordinario analizando la cultura material de sus asentamientos.

Usar esta información arqueológica para recuperar las vida de las mujeres israelitas no es un proceso sencillo. Las rocas, huesos, ollas y puntas de arados no hablan por si mismos. Éstos indican el proceso de la antigua vida agraria pero no el género de quienes los utilizaban. ¿Quiénes usaban tal o cual herramienta? ¿Qué hacían con ellas? Para responder estas preguntas dependemos de pistas en la Biblia y en otros textos antiguos. Además, la comprensión del significado de las actividades del hogar estriba en las perspectivas de etnógrafos que han observado sociedades premodernas similares al Israel Antiguo.

Antes de considerar un ejemplo del trabajo de la mujer en el hogar, es importante entender la naturaleza de un hogar israelita. Éste incluía el lugar de habitación, las personas que lo habitaban, y también las tierras, animales y sus artefactos. El hogar era la unidad básica de la sociedad, y también la unidad más numerosa de la misma. Como tal, era la entidad más importante en términos económicos, sociales y religiosos. Puede comparársele al hogar estadounidense de la era colonial, el cual ha sido descrito como una «navaja suiza organizacional—una multitud de instituciones en un paquete conveniente.»6Natalie Angier, “The Changing American Familiy,” New York Times (Noviembre 25, 2013).

Por lo tanto, a diferencia del mundo industrializado de hoy, el hogar israelita era al mismo tiempo un espacio de vivienda y un espacio laboral para todos sus miembros. El cultivo de cosechas y el criar animales, y luego transformar los productos de estas actividades en comestibles y en vestiduras, era un esfuerzo grupal que involucraba mujeres, hombres, y niños. En breve, las mujeres tenían roles económicos, y tales roles tenían implicaciones sociales y religiosas.

La esencia de la vida

Probablemente el ejemplo más importante de cómo funcionaba todo es la producción de alimentos a base de granos. En avena pero más amenudo como pan, los granos eran literalmente la esencia de la vida. Los granos eran tan importantes que la palabra «pan» en hebreo—leḥem—a veces significa «comida» o «una comida» en la Biblia.7P.ej., en 2 Reyes 4:8, Eliseo es invitado a «tomar una comida,» pero el texto literalmente dice «a comer pan.» Más del setenta porciento del consumo calórico de una persona hubiera venido de los granos. Pan mojado en aceite y sal hubiera constituido de vez en cuando una comida entera.

Granos cultivados no son directamente comestibles; éstos deben transformarse en harina (y luego horneados) para obtener su valor nutricional. Producir harina era una tarea laboriosa en los días previos a la invención de la molienda. Utilizando herramientas hechas de piedra para moler—las cuales se encuentran por doquier en las escavaciones de las moradas israelitas—le tomaría a una persona por lo menos de dos a tres horas diarias producir suficiente harina para alimentar una familia de seis.

¿Quién utilizaba estas herramientas? Las mujeres, de acuerdo a varios textos bíblicos. Por ejemplo, la mujer the Tebes usa su piedra moledora para salvar a su pueblo (Ju 9:53-54; 2 Sam 11:21). En Is 47:1-2, Babilonia es personificada como una mujer quien pierde su estatus real, convirtiéndose en una campesina que luego muele el grano para hacer harina.

La arqueología provee importante información adicional sobre la producción de harina. Normalmente encontramos varias herramientas moledoras en una casa. Esto indica que varias mujeres trabajaban lado a lado para moler el grano, de modo que la larga faena fuera menos pesada. Literatura etnográfica abunda con descripciones de mujeres aliviando actividades laboriosas a través del trabajo conjunto, cantando y platicando. Notemos que Mat. 24:41 (=Lucas 17:35) menciona a dos mujeres moliendo juntas.

Otro paso de la elaboración del pan que se llevaba a cabo por mujeres—el hornear (p.ej. 1 Sam 28:24; cf. 1 Sam 8:13)—también está representado en el material arqueológico. Los residuos abandonados de hornos de barro, similares a los que usan hoy mismo en aldeas remotas del Oriente Medio, son muy comunes, aunque éstos no siempre se encuentran en cada hogar. Habiendo examinado cientos de hornos en lugares bíblicos se esclarece que casi la mitad están localizados en patios y en espacios abiertos entre los hogares.8Aubrey Baadsgaard, “A Taste of Women’s Sociality; Cooking as Cooperative Labor in Iron Age Syro-Palestine,” in The World of Women in the Ancient and Classical Near East (ed. Beth Alpert Nakhai; Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars, 2008). Esto indica que las mujeres de distintos hogares compartían un horno. Hacerlo de este modo era eficiente en relación al combustible y también en relación a la labor misma, porque tanto el trabajo de reunir combustible y hacer el fuego se compartía. Evidencia etnográfica indica que tales hornos comunales han sido parte de la vida en tierras bíblicas dese la antigüedad.

Más allá de la nutrición: el pan y las mujeres Israelitas

Ciertamente preparar el pan era una actividad económica que proveía nutrición esencial para las familias en el período bíblico, pero su significado era aún mayor. Jugaba un papel crítico en los aspectos sociales y religiosos de la vida de las mujeres israelitas y de sus hogares.

Demos una mirada minuciosa a las mujeres trabajando juntas para moler el grano y hornear el pan. Las muchas horas que ellas pasaban juntas les proveía compañerismo y aliviaba el tedio de las tareas diarias. De igual importancia es que creaba un mecanismo de comunicación que era típico de comunidades tradicionales mediterráneas. Las mujeres socializaban trabajando, compartiendo ideas e información. Un etnógrafo lo dice de la siguiente manera: «Las mujeres son los canales típicos de información social. Mientras preparan la masa y hornean el pan, hacen una radiografía del pueblo.»9Carole M. Counihan, The Anthropology of Food and the Body: Gender, Meaning, and Power (New York: Routledge, 1999). 32–3.

Estas relaciones entre mujeres en el trabajo no eran meramente casuales ni frívolas. La confianza entre ellas promovía la mutua solidaridad. Las mujeres que trabajaban juntas típicamente se ayudaban entre sí. Ellas saben si algún vecino tiene algún problema—y lo ayudan. A veces la ayuda es casual, por ejemplo prestar alguna herramienta para cocinar. Otras veces la ayuda viene cuando se da algún percance en el hogar o para alguna emergencia, como sería el caso de una enfermedad o un accidente. Las crisis típicamente se remedian de esta manera en sociedades tradicionales donde no existen servicios sociales institucionalizados. Las actividades compartidas de preparación del pan servían una importante función social en el Israel Antiguo, contribuyendo al bienestar y a la supervivencia de sus comunidades y de sus familias.10Algunas actividades adicionales de las mujeres (p.ej., producir textiles) también involucraban labor compartida, contribuyendo así a la solidaridad femenil. Véase Deborah Cassuto, “Bringing Home the Artifacts: A Social Interpretation of Loom Weights in Context,” in The World of Women in the Ancient and Classical Near East (ed. Beth Alpert Nakhai; Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars, 2008).

Y aún hay más. La producción del pan estaba involucrada en la religiosidad. La prominencia bíblica de las instituciones religiosas nacionales—sacerdocio, sacrificio, tabernáculo y templo—tiende a obviar las actividades religiosas del hogar. Éstas actividades eran posiblemente el aspecto primario (y más común) de la vida religiosa de la mayoría de los israelitas, y las mujeres jugaban papeles esenciales en las actividades sagradas del hogar que involucraban comida y su preparación.

La relación entre la producción de pan y la santidad aparece cuando se da una ofrenda de un pedazo de masa de pan a Dios (Núm. 15:19-21) para obtener la bendición de Dios para el hogar (Ez. 44:30b). Este ritual de pan y masa refleja la convicción de la santidad del pan. Etnógrafos han observado rituales similares de mujeres preparando pan entre mujeres premodernas del Oriente Medio. Estos rituales reflejan el reconocimiento del pan como vida—un artículo sagrado esencial para la supervivencia.

Adicionalmente a la tarea de hacer pan, las mujeres preparaban hogazas especiales y otras comidas para el día a día y para festivales ocasionales.11Aunque el escritor bíblico lo desaprueba, Jer. 7:18 y 44:17 habla de mujeres haciendo un tipo de pan llamado «torta» como ofrenda. Desde el punto de vista del siglo veintiuno, preparar el pan y otras comidas para celebraciones en el hogar puede parecer un trivial aspecto de la vida religiosa, pero observaciones etnográficas indican que las mujeres participaban hábilmente en el quehacer religioso—para nada menor que los sacerdotes en los santuarios comunales—al llevar a cabo los rituales de la preparación de la comida en el hogar.12Véase Susan Sered, Woman as Ritual Experts (New York: Oxford University Press, 1992).

Las mujeres Israelitas, el pan, y el poder en el hogar

Muchas de las tareas requeridas para hacer pan—y también para hacer otras comidas en la dieta israelita—requerían conocimiento especializado y habilidad técnica: qué tan fino moler la harina, cómo amasar la masa, cómo calentar el horno, ¡inclusive cómo construir el horno!13Conocimiento especializado y habilidad técnica eran también requeridas para otras tareas desempeñadas por las mujeres, notablemente el transformar fibras en telas y luego en vestiduras y otros textiles. El destacado antropólogo Jack Goody reporta que, en sociedades tradicionales, las mujeres que transforman materia prima en comestibles se consideran poseedoras de un conocimiento especial—la habilidad de «hacer… maravillas.»14Jack Goody, Cooking Class, and Cuisine (Cambridge: Cambridge University Press, 1982), 70. Además, la creación de pan (y de otros productos) en sociedades tradicionales en donde éste no puede obtenerse de ninguna otra manera era una fuente de considerable poder en el hogar.15David Sutton, “The Anthropology of Cooking,” in Handbook of Food and Anthropology (ed. Jakob A. Klein and James L. Watson; London: Bloomsbury, 2016), 351. El converso también es cierto: cuando la comida se hace disponible comercialmente, el poder doméstico de las mujeres disminuye; véase Carol Palmer, “Milk and Cereals: Identifying Food and Food Identity among Fallāḥīn and Bedouin in Jordan,” Levant 34 (2002): 192. Por otra parte, la mujer más mayor (con más experiencia) en el típico hogar—que incluye a la familia extendida—funcionaba como la administradora del hogar, organizando las actividades relacionadas a la producción de comestibles y otros productos. En términos contemporáneos, ella era la Directora de Operaciones del hogar.

Preparar pan no era simplemente un quehacer doméstico; era una actividad de soporte vital. Era no menos importante para la supervivencia del hogar que el trabajo de cultivo del grano hecho por los hombres. Mientras que los hombres y las mujeres no eran iguales en todos los aspectos de la vida comunitaria, ambos hacían contribuciones igualmente importantes para la vida hogareña. Tanto la mujer como el hombre eran «ganadores del pan.» De hecho, las mujeres dominaban muchas actividades del hogar y los hombres dominaban otras. A esto se le llama complementariedad de género.16Véase Counihan, Anthropoogy of Food, 37.

Reconocer la complementariedad de género en el Israel Antiguo desafía perspectivas como las citadas al inicio de este ensayo, afirmando que los hombres controlaban a las mujeres en todo sentido. Además, esto también derrumba la idea de que el trabajo de las mujeres no era valorado. Tal y como los etnógrafos han notado, las mujeres adquieren considerable respeto y estatus en sociedades tradicionales cuando sus labores son esenciales para la supervivencia.

El poder de la mujer Israelita en textos bíblicos

Varios textos bíblicos resultan confirmar que las mujeres tenían poder en el hogar. Consideremos la historia de la mujer Sunamita (2 Rey 4:8-37; 8:1-6). Varias características de la historia son notables. Primero, ella toma decisiones autónomamente, sin primero pedir permiso a su esposo: ella invita al profeta Eliseo a su casa, le construye una habitación, muda su hogar lejos para escapar una sequía, y directamente apela al rey por restitución cuando su hogar es tomado por otros. Ella interactúa directamente con las principales figuras proféticas y de la realeza de su tiempo, y sus apelaciones son concedidas.

El control de los recursos del hogar también es evidente en la narrativa de Abigail (1 Samuel 25). Ella tiene acceso a vastas cantidades de comestibles y decide cómo usarlos sin consultar a su esposo. Ella salva su hogar al dar estos comestibles al futuro rey David y al dirigirse a él con sabiduría y diplomacia. La madre de Miqueas (Jueces 17) también tiene acceso a recursos (200 piezas de plata) y los usa para la reconstrucción del santuario doméstico.

Y no olvidemos a la «mujer fuerte» de Proverbios 31:10-31.17«Mujer fuerte» traduce más literalmente el hebreo que la frase «mujer ejemplar» en varias traducciones al español. Estos veintidós versículos muestran a una administradora del hogar. Más de la mitad se refieren a procesos económicos. Ella provee comida y se involucra en la producción de textiles; ella adquiere tierras, tiene un negocio rentable, y vende los textiles que produce a los mercaderes. Además, ella utiliza algunos de los recursos domésticos como caridad para el pobre.

Estas imágenes arqueológicas y bíblicas del control femenil de aspectos críticos de la vida doméstica levanta serias dudas sobre el término patriarcado, un término usado en referencia a la dominación masculina, para describir a la sociedad Israelita.18Véase mi artículo “Was Ancient Israel a Patriarchal Society?”, Journal of Biblical Literature 133 (2014): 8–27. Los hombres no dominaban a las mujeres en todos los aspectos de la vida doméstica en el Israel Antiguo.

La Biblia hebrea no es un documento monolítico. Tomó forma a través de muchos siglos y tuvo diferentes autores. Por lo tanto, no debería sorprendernos que la relación entre mujeres y hombres en los textos bíblicos no es siempre la misma. Los textos que han permitido imágenes negativas de las mujeres deben contrastarse con aquellos que tienen imágenes positivas. Da la casualidad que la información generada arqueológicamente se alinea con los textos que describen mujeres fuertes y autónomas. Tanto la arqueología como los textos reflejan la realidad de la vida agraria en el período de la Biblia hebrea.

Referencias

1. http://www.religioustolerance.org/ofe_bibl.htm

2. Rosemary R. Ruether, “Feminist Interpretation: A Method of Correlation,” in Feminist Interpretations of the Bible (ed. Letty M. Russell; Philadelphia: Westminster, 1985), 119.

3. Para saber más sobre la Biblia hebrea como fuente de información sobre las mujeres, véase mi libro Rediscovering Eve: Ancient Israelite Women in Context (New York: Oxford University Press, 2013), 18–27.

4. Véase Raymond Westbrook and Bruce Wells, Everyday Law in Biblical Israel: An Introduction (Louisville, KY: Westminster John Knox, 2009), 5.

5. Muchas así llamadas «ciudades» mencionadas en la Biblia hebrea eran en realidad pueblos agricultores fortificados y no verdaderos centros urbanos.

6. Natalie Angier, “The Changing American Familiy,” New York Times (Noviembre 25, 2013). https://www.nytimes.com/2013/11/26/health/families.html

7. P.ej., en 2 Reyes 4:8, Eliseo es invitado a «tomar una comida,» pero el texto literalmente dice «a comer pan.»

8. Aubrey Baadsgaard, “A Taste of Women’s Sociality; Cooking as Cooperative Labor in Iron Age Syro-Palestine,” in The World of Women in the Ancient and Classical Near East (ed. Beth Alpert Nakhai; Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars, 2008).

9. Carole M. Counihan, The Anthropology of Food and the Body: Gender, Meaning, and Power (New York: Routledge, 1999). 32–3.

10. Algunas actividades adicionales de las mujeres (p.ej., producir textiles) también involucraban labor compartida, contribuyendo así a la solidaridad femenil. Véase Deborah Cassuto, “Bringing Home the Artifacts: A Social Interpretation of Loom Weights in Context,” in The World of Women in the Ancient and Classical Near East (ed. Beth Alpert Nakhai; Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars, 2008).

11. Aunque el escritor bíblico lo desaprueba, Jer. 7:18 y 44:17 habla de mujeres haciendo un tipo de pan llamado «torta» como ofrenda.

12. Véase Susan Sered, Woman as Ritual Experts (New York: Oxford University Press, 1992).

13. Conocimiento especializado y habilidad técnica eran también requeridas para otras tareas desempeñadas por las mujeres, notablemente el transformar fibras en telas y luego en vestiduras y otros textiles.

14. Jack Goody, Cooking Class, and Cuisine (Cambridge: Cambridge University Press, 1982), 70.

15. David Sutton, “The Anthropology of Cooking,” in Handbook of Food and Anthropology (ed. Jakob A. Klein and James L. Watson; London: Bloomsbury, 2016), 351. El converso también es cierto: cuando la comida se hace disponible comercialmente, el poder doméstico de las mujeres disminuye; véase Carol Palmer, “Milk and Cereals: Identifying Food and Food Identity among Fallāḥīn and Bedouin in Jordan,” Levant 34 (2002): 192.

16. Véase Counihan, Anthropoogy of Food, 37.

17. «Mujer fuerte» traduce más literalmente el hebreo que la frase «mujer ejemplar» en varias traducciones al español.

18. Véase mi artículo “Was Ancient Israel a Patriarchal Society?”, Journal of Biblical Literature 133 (2014): 8–27.